La
Tacona
Cuenta
la leyenda, que en Esmeralda, había una joven de cabello rubio,
que estaba paseando por las calles, en una noche donde no había luna llena.
Cuando pasaba por una calle angosta, se cruzó en su camino un sujeto que, al
verla, la arrinconó en una esquina y abusó de la mujer.
Una
hora después de lo sucedido, la mujer llega a su casa con su vestido manchado y
las lágrimas por todo el rostro, decide bañarse y maquillarse. Mientras se
maquillaba, se miraba al espejo y juró que nunca mas, nadie iba a hacerle daño.
La
muchacha se había puesto un vestido rojo, vestía unos tacones muy
altos y su maquillaje era uno de los mas bonitos, se fue a una
covacha, donde decidió tomar para olvidar todas su penas y lo que le había
sucedido horas antes. Al ingresar a la covacha, los hombres la miraban
admirando su belleza y todos querían bailar con ella. Los hombres de aquella
covacha la apodaron "la Tacona". Un hombre, con muy buen
parecer, la saca a bailar y le propone ir a la playa para que puedan estar a
solas. La mujer acepta muy decidida y se van a la playa. Cuando ya estaban en
aquel lugar, el hombre trató de abusar de ella, y en ese momento, al ver el
rostro de la mujer, se dio cuenta que ella era un cadáver, inmediatamente, por
el susto, la soltó y corrió sin dirección alguna. Cuando ya estaba muy cansado,
ser dio cuenta que había llegado a un cementerio. Al sentarse sobre una tumba,
leyó un nombre sobre una lápida y recordó el nombre de la mujer a quien trató
de hacer daño. Era ella, pero estaba muerta.
Muchos
años después, cuando el hombre ya era un anciano, fue a visitar la tumba de
aquella chica, y arrodillándose sobre la tumba le agradeció por todo, pues a
partir de ese incidente que tuvo ya no usó a las mujeres para satisfacer sus
malos hábitos y fue un hombre de bien. En ese momento el hombre siente una
palmada en la espalda y escucha un susurro que le dice: “eso era lo que
quería oír.” Él regresa a ver y observa la espalda de una mujer rubia con
un pequeño vestido rojo que se aleja del lugar.
El
Duende
En el año de 1996, en un lugar llamado La
Barraca, una niña de 6 años, de ojos grandes y pelo lacio, muy bonita, se
despertó a media noche, y al no encontrar a la madre a su lado, Salió de la
casa en busca de ella. En el camino se encontró con un pequeño que le seguía.
Se le reía y la llamaba con silbidos, así fuuuuuuu. Ella sintió
miedo y comenzó a correr pero el pequeño le alcanzo y no le dejaba pasar. La
niña comenzó a llorar y gritar. Él le regalaba caramelos de colores, besitos de
novia y una pañoleta. Pero ella no quería nada. El duende le cantaba y le
bailaba, jugaba con su cabello y le hacía muecas para entretenerla. Cuando la
niña se dio cuenta, la llevaba por un callejón oscuro. Se asusto más. Unos
perros empezaron a ladrar desesperados y fue cuando un vigilante que se percata
de lo que sucedía y echa dos tiros al aire. El guardia se acerco a donde la
niña Que estaba llorando. La tomo en sus brazos y la llevo a su madre. La
madre al ver a su hija le preguntaba una y otra vez que le había sucedido. Y la
niña le conto.
Las personas que estaban allí murmuraron que
eso era el Duende.
Desde aquella noche la niña era perseguida por
el Duende. No se le podía dejar sola a Carmita porque el Duende la llamaba con
silbidos que solo ella escuchaba.
Buscaron a una curandera, quien les dijo como
ahuyentar al Duende. Le rociaron agua bendita en todo el cuerpo, rezándole el
Credo y el Ave María, por nueve días consecutivos.
Con esto el Duende dejo a la niña. Lo extraño
es que Carmita se sabía varias canciones y decía que el Duende le enseño con
una muy bonita voz.
La
Gualgura
La gualgura es un pollito negro que al verlo
parece inocente pero cuando decide atacar se transforma en un hombre con voz
gruesa, el cual convence e hipnotiza a las personas para maltratarlas o incluso
quitarles la vida.
Una noche, dos amigos, Carlos y Francisco iban
camino a casa, uno más trasnochado que el otro; al llegar a una esquina
escucharon piar a un pollo, pero ellos no le daban importancia a este sonido.
En ese momento Carlos dijo que se detuvieran porque él sentía que los seguían y
los llamaban por sus nombres; pero Francisco le dijo que no era verdad y que
estaba en su imaginación. Los dos amigos siguieron caminando pero mientras más
avanzaban el sonido se volvía más aterrador, de tal manera que les hacía perder
el sentido auditivo y no podían hablar.
Francisco reaccionó de forma violenta y le
dijo que los demonios si existen, en eso Carlos le dijo: Pero si tú mismo
decías que los demonios y malos espíritus no existen, Francisco perdió el
control de su cuerpo ya que él tenía el pollito a dentro por lo que se
convirtió en una bestia, entonces Carlos al verlo de esa forma corrió y corrió
para que la bestia no lo alcanzara, por la desesperación empezó a gritar: “Me
quiere matar, me quiere matar”.
Los vecinos y familiares se alteraron al
escuchar la voz de Carlos, en eso la bestia la gualgura se enfrentó a todos y
les dijo: “Voy a matar a toda la gente de este pueblo”.
La bisabuela de la familia dijo que la única
forma de salvar a este hombre era con agua bendita, un crucifijo y rezar El
Credo, al principio nadie le creyó pero después Carlos subió a la casa y bajó
todos los implementos necesarios para comenzar con el ritual y salvar a su
amigo.
Así pasaron varias horas y Francisco no
permitió que los malos espíritus salgan de su cuerpo. Después de tanta lucha
salieron pollitos negros de su cuerpo. Francisco regresó a la normalidad pero
sobrevivió poco tiempo consciente porque al amanecer Francisco murió de tal
forma que nadie pudo salvarlo.
LA TUNDA SE CONVIERTE EN GALLINA
En el “juyungo” se
cuenta que un muchacho esmeraldeño fue enviado a eso de la cinco de la tarde,
hora de oración, a recoger a unas cuantas gallinas que andaban desperdigadas
por los alrededores. De pronto una gallina blanca llamó la atención del
muchacho. “Cho cho, jurón, jurón” gritaba el chico, corriendo detrás de ella;
pero esta era una experta y lo fue llevando hacia el monte. Cuando quiso
regresar ya era tarde, estaba perdido. Era la temible tunda que se habia
convertido en gallina.
Pero “la tunda” le
teme a los perros y un solo ladrido de ellos, la hace desaparecer; por
eso la familia del muchacho corrieron por los montes con una jauría, hasta
encontrarlo al tercer día , casi muerto del susto e indigesto de tanto camarón.
¡Que mala es la tunda!.